Durante una noche, una madre de 20 años, Darron Bowden, se
fue a casa de un amigo junto a sus dos hijos. Allí la mujer se emborrachó y
cuando se fue a dormir, el bebé empezó a llorar. Así que decidió ponerle una
manta sobre la cabeza y darle unos cuántos golpes en la cara. Seguidamente el
pequeño se calló, pero al rato empezó de nuevo con el llanto, por lo tanto,
repitió la misma acción hasta que el niño ya no hizo más “ruido”.
Al siguiente día, la chica vistió al cadáver, lo puso en el
cochecito y se fue de compras y a casa de un vecino. Este fue el que llamó a la
policía cuando se dio cuenta de que el bebé no respiraba y además había sangre
en la manta.
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